Daniel Miñon, transportista de personas con discapacidad de Concordia, junto a Gilda Marcela Kriskovich y un compañero, emprenden una travesía a pie para visibilizar la grave crisis que atraviesa el sector. A pesar de las adversidades climáticas y el agotamiento físico, su fe y determinación los impulsan hacia la Casa Rosada, exigiendo una "solución urgente" y que el Estado "los mire".
Desde la Ruta Nacional 14, kilómetro 250, en el acceso a Cabalacilla, un grupo de tres valientes personas inició una caminata que busca romper el silencio y la indiferencia. Daniel Miñon, transportista de personas con discapacidad de Concordia; Gilda Marcela Kriskovich, presidenta de PDU y madre de un hijo con discapacidad; y un compañero transportista, se han embarcado en una travesía que los llevará hasta la Casa Rosada. Su objetivo: visibilizar la "emergencia" en la que se encuentra el sector de la discapacidad en Argentina y exigir soluciones concretas por parte del Estado Nacional.
Daniel Miñon, con cinco años al frente de su propia empresa de transporte adaptado y una década de experiencia en el rubro, describe el panorama desolador que enfrentan los prestadores de servicios para personas con discapacidad. "Desde diciembre de 2024, los aranceles han quedado iguales, lo que significa que llevamos siete meses con los mismos ingresos", explica Miñon. Mientras tanto, los costos operativos no paran de crecer: "En Concordia, hemos tenido cinco subas de combustible en este tiempo".
La problemática va más allá de los transportistas. "Las autorizaciones [para los tratamientos] salieron tarde este año, y es un problema que arrastramos hace más de 20 o 30 años", señala Daniel. A la demora en las autorizaciones se suman "muchos más requisitos de lo común", lo que burocratiza aún más un sistema ya de por sí lento. La paradoja es cruel: "Trabajás 30 días, facturás, tenés que tributar normalmente todos los meses, estar al día, y cobrás a los 190 días con suerte, si la obra social es un relojito administrativamente". Hay casos aún más críticos, como el de una obra social por la que Miñon solo cobró enero de 2025. Esta situación impacta directamente en la sostenibilidad de su negocio, obligándolo a vivir "siempre atrasado en todo".
La crisis no solo afecta a los transportistas. Daniel Miñon enfatiza que el problema es generalizado y alcanza a toda la cadena de servicios: "Le pasa a los terapeutas, a los cuidadores, a maestras integradoras, compañeros terapéuticos, centros de día. Son muchos los prestadores que tienen similares problemas".
La consecuencia más dolorosa de esta situación es la desatención de las personas con discapacidad. "Muchos están empezando a perder las terapias que necesitan porque hay centros que tienen que cerrar, prestadores que ya no pueden esperar tanto atraso de algunas obras sociales y tienen que suspender", lamenta Miñon. La situación es crítica a nivel nacional, con obras sociales como Incluir Salud y, a nivel provincial, OSER (antes IOSPER), acumulando "deudas impresionantes con prestadores en toda la provincia". Esto lleva a que muchos profesionales se nieguen a trabajar con estas obras sociales, dejando a las familias en una encrucijada. "Cada vez la persona con discapacidad se está quedando más fuera del sistema", sentencia Daniel.
Ante la inacción y el ahogo financiero, Daniel, Marcela y su compañero decidieron pasar a la acción. "Se nos ocurrió hacer algo lo más grande posible, que pueda ser viral y lo más pacífico posible", relata Miñon. Así surgió la idea de la caminata desde Concordia hasta la Casa Rosada. Aclara que no son maratonistas ni atletas, sino personas comunes impulsadas por la necesidad. "Somos audaces en esta travesía porque no estamos preparados como realmente corresponde, pero venimos respondiendo bastante bien", confiesa Daniel, destacando el apoyo a distancia de kinesiólogos. La travesía se realiza por postas, con un vehículo de apoyo, permitiéndoles a los caminantes intercalarse para descansar y seguir avanzando.
La iniciativa ha logrado una importante visibilidad en redes sociales y medios de comunicación, con el acompañamiento de prestadores de todo el país, padres y madres de chicos con discapacidad, e incluso personas ajenas al sector que comprenden la urgencia del reclamo. Uno de los puntos clave de su pedido es que no se vete la Ley de Discapacidad, que si bien ya fue aprobada en el Senado, aún no fue avalada por el ejecutivo y quedó temporalmente parada.
Frente a las posibles descalificaciones políticas, Daniel Miñon es enfático: "No tenemos afectación con ninguna bandera política. Somos directamente prestadores en discapacidad, nada más". Y agrega: "Esto es apolítico y es solo por la discapacidad, nada más, y para la discapacidad". Destaca que los reclamos no son nuevos y que se han realizado en gestiones anteriores, pero la situación actual ha llegado a un límite insostenible.
La caminata, que ya tuvo su primera parada en Ubajay y continuará hacia Gualeguaychú (con llegada estimada para el mediodía o la tarde del sábado), Ceibas y Zárate, culminará en la Casa Rosada. Allí, entregarán un petitorio a las autoridades nacionales. Aunque el contenido exacto está siendo finalizado por abogados, Daniel adelanta algunos puntos clave: "Pedir más visibilidad con la discapacidad, no vetar la ley que ya está aprobada, solucionar el problema con las obra social IOSFA (Fuerza de Seguridad del Estado) y otras obras sociales que también tienen problemas".
Carlos Moussou, quien tiene columna de discapacidad en Turno Tarde por Radio Maxima, tiene discapacidad motriz (entre otras afecciones) y conoce bien de lo que se habla, por eso le preguntó a Daniel Miñon por qué cree que el gobierno actual "retrocede" en materia de ayuda a la discapacidad. Daniel respondió con una profunda reflexión personal: "Este problema es viejísimo, pero hoy por hoy consideramos un límite que casi no podemos prestar más el servicio. Y esto implica tener que dejar, de repente, un trabajo que realmente amo mucho y me gusta".
Con un conmovedor testimonio, Daniel compartió su propia experiencia: "Yo hace muchísimos años también tuve un accidente, tuve un golpe grande en la médula espinal. Yo he dependido de tratamientos para volver a caminar, anduve en andador, usé pañales, hasta la silla de ruedas que me pude recuperar, me llevó tiempo". Esta vivencia le otorga una comprensión única de las dificultades que enfrentan las personas con discapacidad: "Comprendo, capaz que no puedo comprender todo lo que en tu caso te pase, pero sí puedo comprender una buena parte. Entonces eso conlleva que no me gusta que nadie lo viva". La burocracia y la negativa a autorizar prestaciones médicas son "lo que te duele, te duele mucho cómo la gente pierde acceso a su mejor calidad de vida en la salud".
Según Daniel, las gestiones anteriores "emparchaban" la situación, pero la crisis actual ha llegado a un punto sin retorno. "La discapacidad en crisis está hace años, y se viene emparchando, emparchando, hasta que un día no tiene más solución", concluye, haciendo un llamado urgente a la concientización y la empatía para que la discapacidad deje de ser una cuestión marginal y reciba la atención y los recursos que merece.