Al menos dieciocho familias de la Escuela Primaria N° 58 "Alfredo Villalba" de Gualeguaychú están desesperadas y han optado por dejar de enviar a sus hijos a clases. El motivo es la persistencia de graves episodios de violencia física y tocamientos inapropiados protagonizados por un compañero de primer grado. María, una de las madres afectadas, relató el "dolor" que viven desde marzo y acusa a las autoridades escolares de minimizar la situación, mentirles y burlarse de su angustia, llegando incluso a recibirlos con "música y baile" durante una protesta.
La situación, que afecta a casi la totalidad de los 19 niños de la clase, comenzó poco después del inicio de clases en febrero, cuando el niño en cuestión se incorporó al aula. "Venimos padeciendo esto desde que el niño ingresa a la escuela," explica María. El menor proviene de otra institución de donde "lo invitan a retirarse por mala conducta," según la información que manejan los padres.
El cambio en el ambiente escolar fue drástico: los niños regresaban a casa "golpeados, lastimados, tristes, con dolor de cabeza, muy inquietos". Lo que inicialmente era preocupación por la violencia física y verbal (insultos con "palabras muy hirientes"), escaló a hechos de extrema gravedad.
"Empezaron a ocurrir hechos muy, demasiado tristes que fueron estos que la escuela llama tocamientos, que yo les llamaría, para que la audiencia me entienda, que un niño a otro niño le toca sus partes íntimas."
Estos episodios, que afectan incluso a nueve niñas, han generado una "angustia" y "desesperación" colectiva entre los padres, especialmente a la luz de la educación sobre la ESI (Educación Sexual Integral), que enfatiza la autonomía corporal.
María y los demás padres aseguran haber agotado todas las instancias de diálogo dentro de la institución sin obtener soluciones, desde la docente hasta los directivos.
Ante el fracaso en la escuela, los padres iniciaron un camino de denuncias y gestiones ante distintas autoridades:
"Hemos ido agotando instancias. Y al día de la fecha hasta hoy... Yo ya me había comunicado con ella y ella no había leído mi mensaje. Habíamos presentado una nota escrita con firma, que yo puedo comprobar todo lo que estoy diciendo."
La principal preocupación de los padres es el impacto emocional en sus hijos de seis años, que "no quieren ir a la escuela", a pesar de ser alumnos con asistencia perfecta y que disfrutan de la institución. "Mi hijo no quiere ir más," manifiesta María, quien se desespera al obligarlos a asistir para no "desfalcarlos" de sus actividades.
Los padres lamentan la falta de herramientas o apoyo psicológico/profesional que la escuela debió haber brindado para abordar el problema. Cuestionan que el aula se haya convertido en un espacio donde se "suelta un problema" que los niños no están "preparados emocionalmente para resolver".
Como medida de protesta y protección, 16 de las 18 familias afectadas informaron por escrito que no enviarán a sus hijos a la escuela hasta que la Directora Departamental los vuelva a convocar y haya una solución concreta.
María concluye que la desesperación está afectando la salud de los padres, quienes solo buscan una convivencia escolar pacífica y segura para los 19 alumnos. "Estamos desesperados... ¿Qué van a esperar? ¿Que suceda una aberración?" es la pregunta que resuena en la comunidad educativa de la Escuela N° 58.